Castillos de Arena

    Cuando era niña, me encantaba escribir cuentos, pero los años pasaron y dejé de hacerlo, hasta que hace unos meses escribí uno gracias a la motivación de mi amigo Jerzy P Suchocki (autor de uno de mis libros favoritos, La Ciudadela de Las Cinco Montañas, El Instituto Dunson). Así que sin mucha introducción aquí les dejo mi cuento, lo he leído varias veces y espero no tener algún error, sin embargo si notan algo, me encantaría saberlo para corregirlo inmediatamente, gracias de antemano por leerme y espero que lo disfruten 😁

 Castillos de Arena

 

     Mi nombre es Violet, y si ya sé que es violeta en inglés, pero qué les puedo decir, mi mamá era una gran obsesionada por tratar de poner nombres “cool” a sus hijos, mi hermano menor se llama Valentino y solo le llevo un año, creo que mis papás no  tenían nada de esto planeado, sin embargo ellos dicen que todo estaba bajo control y querían que sus dos hijos  tuvieran edades similares para compartir la adolescencia juntos o algo así.

    Esto que están leyendo mis queridos amigos o tal vez no tan amigos, es lo que llamo “El mundo de Vi”, pero sí, es un intento de cápsula del tiempo o diario del tiempo, ya va a depender de cómo ustedes lo quieran interpretar. Lo importante aquí es el contenido de estás páginas, que lo crean o no, todo es real, NOTA: IGNOREN EL GRAN UNICORNIO DE LA PORTADA, O MEJOR NO, !ADMIRENLO!. Este libro lo escondí a doce pasos de la puerta de mi casa que da al jardín, justamente debajo del árbol grande de color verde con una casa encima, (solo las personas puras de corazón encontrarán este libro); esa casa amigos míos es mi guarida secreta, no tan secreta por que mi familia sabe donde está, aunque creo que esconder algo en frente de las narices de ellos, lo hace aún más secreto.

    Actualmente tengo dieciséis años, estamos en el año 2030; todo comenzó  hace diez años aproximadamente en un viaje familiar por Turquía, estábamos en un hotel de playa lujoso, mis papás siempre han sido de los que les gusta pagar por comodidad, tranquilidad y seguridad, y creo que deben de tener razón, en esos tiempos ya no se podía confiar en nadie. Valentino y yo amábamos construir castillos de arena, y mis papás nos apoyaban tanto que las personas que pasaban les dedicaban un par de minutos a tomar fotos y preguntarnos cuánto tiempo nos había tomado hacerlo y qué de dónde teníamos tanta imaginación para crear algo tan original. Debo de admitir que la parte creativa viene de mamá y la parte artística de papá; ambos se complementan, ella es una escritora de cuentos para niños y papá es arquitecto en una gran empresa en España; cuando sea grande quiero tener un amor tan verdadero como el de ellos… ¿por dónde iba?, ¡ah si!, nuestros castillos de arena eran mágicos y duraban todo el día hasta que el mar decidiera llevárselos, al principio nos poníamos tristes pero mamá nos tranquilizaba y nos decía que más bien deberíamos de estar felices, por que todos esos castillos que construíamos eran los nuevos hogares de las criaturas que vivían en el fondo del mar… y cuánta razón tenía.

     Una de nuestras noches en el hotel, mamá, papá, Valentino y yo dimos una caminata a lo largo de la playa a la luz de la luna, papá decía que no era bueno acostarse de una vez después de comer, así que aprovechábamos para relajarnos con la brisa y el olor del mar (casi siempre nos terminaban llevando alzados de regreso a la habitación,  por que Valentino y yo nos dormíamos de tanto relajarnos); pero esta noche en específico todo cambió. Cuando íbamos por la mitad de la playa, se empezó a escuchar un grito de ¡auxilio!, papá corrió lo más rápido que pudo hacia al mar, mientras mamá nos decía que estuviésemos tranquilos y llamaba por su celular al hotel para que mandaran a una ambulancia. Pasaron cuatro minutos y papá no se veía en el mar, como por arte de magia todas las personas habían desaparecido a nuestro alrededor y  el celular de mamá no tenía cobertura, mamá empezó a gritar el nombre de mi papá acompañado de nuestros gritos, en vano; pero al minuto cinco papá regresó ¡SIN UNA GOTA DE AGUA!, como si nunca hubiese entrado al mar, antes de mamá preguntar algo, papá nos dijo que lo acompañáramos y que confiáramos en él.

    Cuando llegamos al punto donde el mar toca la arena, no podíamos creer lo que nuestros ojos estaban viendo, había una sirena bebé…¡sí, una sirena bebé!, era preciosa, con su pelo morado hasta la cintura, su cola de pescado color turquesa y  sus ojos azules que eran como el color del océano; pero si creen que era lo único asombroso, están equivocados por que a la par de la sirena bebé, estaba un hermosa estrella de mar dorada tan brillante como las estrellas en una noche de verano. Cuando logramos articular palabra, la estrella de mar nos habló, y nos dijo: - por favor no llamen a nadie, solo ocupamos ayuda y si ustedes nos pueden ver y escuchar es por que son dignos de corazón. Papá nos comentó rápidamente que la estrella  llamada Perla, fue la voz que escuchamos pidiendo ayuda y le explico que ella y Liriel, la sirena bebé, estaban jugando fuera de casa  a altas hora de la noche y no vieron la corriente de agua que las arrastró hasta la orilla, pero el problema era que al estar en contacto con la luna, Liriel se debilitaba y que al ser tan pequeña aún no tenía los poderes necesarios para regresar; al finalizar el relato, mamá fue la primera en reaccionar y dijo con su voz maternal que la caracterizaba: - no puedo creer lo que estamos viendo, pero a la vez siempre he creído que las criaturas existían, al final de cuentas, son los personajes principales de mis cuentos; lo que no entiendo Perla y Liriel, es ¿cómo las podemos ayudar a regresar a casa?; Liriel fue la encargada de contestar y dijo que al nosotros verlos, podríamos entrar con ellos a las profundidades del mar sin ningún problema y aguantar la respiración. Mamá y Papá se miraron entre ellos y nos volvieron a mirar a nosotros que estábamos bastante emocionados (aquí entre nosotros, lo primero que quería hacer era tocar la cola de pescado de Liriel),así que sin pensarlo dos veces ambos asintieron y dijeron que contaran con nosotros cuatro para regresar a casa sanas y salvas.

    Ingresando al mar, íbamos los cuatro agarrados de la mano, mamá llevaba en el hombro a Perla, y papá llevaba a Liriel abrazada con su brazo libre. Algo que nos extrañaba era que mientras más ingresábamos al agua, el agua se iba haciendo más liviana, era como si el mar nos abriera sus puertas para conocer sus profundidades. No sentíamos frío ni calor, tampoco nos faltaba el aire, la única señal que teníamos para saber que respirábamos eran las burbujas que nos salían de la nariz al respirar y de la boca al hablar, pero al minuto de estar totalmente sumergidos, algo extraordinario empezó a suceder, una luz nos envolvió a cada uno por separado y cuando esa luz se extinguió descubrimos que cada uno tenía una cola de pescado, la de papá era azul, la de mamá amarilla, la de Valentino verde y la mía era morada, (si se preguntan, a mamá y a mi nos apareció unos vestidos de baño superiores del mismo color que nuestra cola); creo que ninguno de nosotros se asustó, los seis nos empezamos a reír, no podíamos creer nos estuviera pasando algo tan increíble.

    Perla nos siguió guiando mientras papá seguía llevando a Liriel abrazada, mientras que mamá, Valentino y yo nadábamos y dábamos vueltas disfrutando de esta experiencia. Liriel iba aumentando sus fuerzas y nos comentó que al estar con ellos, el mar nos brindó las herramientas necesarias para llegar a la casa de ellas, ubicada en el Reino de Atlantis, la famosa ciudad perdida.

    Habían transcurrido aproximadamente unos 40 minutos (en nado de sirena),  y las cosas que hemos visto, me he jurado nunca olvidarlas; existían cualquier cantidad de peces de muchísimos colores, vimos también tiburones, que son los guardianes de Atlantis junto con los pulpos que son casi de 2 metros, los corales eran de colores llenos de alegría y parecía que todos los animales vivían en paz y tranquilidad. Perla nos contaba que el Rey Argus era un gran rey, se preocupaba por todos los habitantes de Atlantis y sus alrededores, su esposa la Reina Aracely era la mejor reina que habían tenido en el último siglo,  y  no solo eso, su hija Liriel era la princesa de Atlantis. Al escuchar que papá llevaba a una princesa en sus brazos, todos nos quedamos impactados, pero claro que era una princesa, era preciosa, aunque admitámoslo, todos los habitantes del agua lo son. Liriel decía que no había problema en que entráramos a Atlantis, pero que sus papás y todo el reino debería de andarla buscando y que no están acostumbrados a recibir personas ajenas al reino.    Cuando llegamos a un portón gigante de arena, llega un tiburón blanco de aproximadamente tres metros y dijo: Princesa Liriel y Estrella Perla, las han estado buscando por todo el reino, saben que no pueden salir a estas horas de la noche. El tiburón estaba calmado hasta que nos determinó y nos preguntó quiénes éramos, a lo que Perla y Liriel les explicaron rápidamente lo sucedido , en ese momento el gran tiburón cambió su expresión y nos agradeció invitándonos al castillo.

    Una vez ingresados al reino, no me van a creer lo que vimos, ¡millones de castillos de arena formaban los hogares de las criaturas de Atlantis!, mamá tenía razón, todos los castillos que construíamos formaban el hogar de todas las criaturas marinas, nadamos unos quinientos metros y se veía a lo lejos un castillo enorme, ese era el hogar de Liriel. El Rey Argus y la Reina Aracely nos esperaban en la entrada, nadaron tan rápido para abrazar a su hija, de una vez pidieron explicaciones y le recalcaron a Perla que ella era la cuidadora de la Princesa Liriel y  que sabía muy bien que las corrientes en las noches pueden ser traicioneras; luego realizamos las presentaciones realizando una leve reverencia,  o sea estábamos frente a los reyes de Atlantis, teníamos que demostrar respeto ¿no?; así que nos invitaron a ingresar al castillo para conocernos a fondo y los detalles del rescate, nos ofrecieron de  comer unas algas al vapor con camarones que estaban deliciosas y nos dijeron que habían pasado casi cincuenta años desde que los humanos habían ingresado a Atlantis, también nos contaban que ellos son capaces de adquirir piernas una vez en la superficie y suben cada cierto tiempo para ver a sus amistades de tiempos pasados. Las horas transcurrieron y Valentino y yo estábamos con mucho sueño pero no queríamos irnos, sin embargo mamá y papá sabían  que teníamos que regresar por que al día siguiente nuestro vuelo salía hacia a España, los reyes nos dijeron que no nos preocupáramos que podríamos regresar cuando quisiéramos desde cualquier mar, que simplemente teníamos que pedirle al agua con nuestro corazón que nos dejara entrar a Atlantis y ellos al escuchar el llamado iban a mandar delfines para que nuestro viaje fuera más rápido, así nuestra familia creó un vínculo especial con el reino de Atlantis y esa noche nos devolvimos nadando con sus guardianes; mientras íbamos subiendo a la superficie, nuestras piernas fueron apareciendo nuevamente, con nuestra ropa anterior y sin una gota de agua.

     Así que personas del futuro, esta es una de tantas aventuras que nuestra familia ha tenido, tratamos cada año ir juntos a Atlantis y pasar algunas vacaciones, al igual que el Rey Argus, la Reina Aracely, la Princesa Liriel y Estrella Perla vienen a nuestra casa a pasar alguna época especial. Para despedirme, les recuerdo que solo los dignos de corazón encuentran  Atlantis,  y de esa misma manera , podrán encontrar y leer este libro.



The Reading Witch 

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